El martes 19 de marzo se cumplen 100 días del gobierno del presidente Javier Milei quien a lo largo de su gestión utilizó una receta infalible compuesta por confrontación y desinformación para romper límites que generaron retrocesos en materia de derechos humanos. En una conferencia de prensa Amnistía Internacional analizó tres ejes principales: violencia digital, jubilados y gestión del conflicto social.
Del encuentro con los medios participaron en representación de Amnistía Internacional Argentina Mariela Belski, directora ejecutiva; Paola García Rey, directora adjunta y Santiago Juncal, director de Política y Justicia Internacional.
“Pese al poco tiempo transcurrido, advertimos con preocupación el impacto profundo que han tenido algunas medidas que se han tomado en en la vida y los derechos de las personas. Hace años que monitoreamos a los gobiernos de todos los espectros políticos y es nuestro deber exponer las medidas que generan retrocesos. Al empobrecimiento económico de gran parte de la sociedad , esta administración suma un nuevo modelo de liderazgo de no dialogo y de violencia permanente . Así se fija el interés del debate público en la confrontación, el odio o la pelea. Esto no es nuevo ni excluyente de Argentina”, señaló Mariela Belski, directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina.
En varias partes del mundo, como en Estados Unidos, India, Brasil, Hungría, Turquía o Filipinas, líderes promovieron y promueven narrativas de demonización y división para ganar apoyo popular, basando sus estrategias en culpabilizar a mujeres, migrantes, personas LGBTIQ+, entre otros, por problemas económicos, sociales o de seguridad. Y con ello generar el escenario y adoptar todo tipo de medidas que violan los derechos de las personas.
La construcción de la idea de “casta” y de “los mismos de siempre” funciona en ese sentido: desencadena cataratas de expresiones que incluyen discursos e insultos que incitan a la violencia, a la agresión, al odio y que fomentan la dinámica “amigo-enemigo”.
“X (ex Twitter) se convirtió en la herramienta preferida del gobierno para los señalamientos, indirectas y acusaciones. Los otros poderes, referentes de la oposición, periodistas, artistas, medios de comunicación y organizaciones, son frente de ataque. Cuando, además, quien está al frente de esos ataques es el presidente de la Nación, tiene efectos silenciadores y amedrentadores que socavan la libertad de expresión”, agregó Belski.
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