Hace más de un mes que nos preguntamos ¿dónde está Santiago Maldonado?
Su nombre tiene para nosotros una familiaridad que quisiéramos no tener, señaló el Partido Social Patagónico. Desde el espacio, indicaron, “no estamos dispuestos a tolerar que quienes tienen la obligación de velar por la seguridad e integridad física de los ciudadanos, miren para otro lado y prometan “colaboración”, cuando deben explicar su accionar ya que los principales sospechosos de la desaparición investigada son agentes de las fuerzas bajo su responsabilidad”.
Hace más de un mes que nos preguntamos ¿dónde está Santiago Maldonado?
Su nombre tiene para nosostrxs una familiaridad que quisiéramos no tener.
El conocimiento masivo de su nombre y el juicio público sobre sus actos y valores, sus ideales y modo de vida es consecuencia de su “no estar”.
Santiago Maldonado fue visto por última vez en la ruta, acompañando el reclamo de la comunidad mapuche, en ocasión de un desalojo comandado por la Gendarmería Nacional, fuerza de seguridad federal dependiente del Estado Nacional. Esto no es una opinión. Es un hecho y al respecto debe responder el Estado.
El pueblo mapuche posee tierras comunitarias reconocidas por la Constitución Nacional que disputan las petroleras y los terratenientes patagónicos.
Al cumplirse un mes de esa desaparición que conmociona al país, se llevaron adelante marchas reclamando por su aparición con vida. Sin embargo, mientras se producía la desconcentración en la ciudad de Buenos Aires, se ordenaron y llevaron adelante acciones represivas y detenciones arbitrarias que, a la fecha, no pueden ser explicadas por las autoridades que las ordenaron. Quedó en evidencia, de este modo, la intención de cambiar el eje de lo que fue un acto contundente de protesta por un acto con incidentes aislados y “detenciones al boleo” que no admiten ninguna justificación.
En el mismo lapso en la ciudad de Córdoba se allanaron las sedes de partidos y organizaciones sociales firmantes de denuncias de violencia institucional y gatillo fácil, sin otra explicación que una orden judicial, sustrajeron pañuelos, bombos, pancartas, como elementos probatorios de no sabemos bien qué.
Lo que sí sabemos es que no son hechos aislados.
Lo que sí sabemos es que no se trata de cuestiones admisibles.
Lo que sí decimos es que no pueden seguir distrayendo porque hace 35 días que Santiago Maldonado no está, y su búsqueda no es partidaria, es humana.
Si no nos conmueve su ausencia, si no nos indigna, como dice Susan Sontag:“(…) nuestro fallo es de imaginación, de empatía: no hemos sido capaces de tener presente esa realidad”.
Es por ello que, desde nuestro espacio, no nos permitimos ni el silencio ni la pasividad, y no estamos dispuestos a tolerar que quienes tienen la obligación de velar por la seguridad e integridad física de lxs ciudadanxs, miren para otro lado y prometan “colaboración”, cuando deben explicar su accionar ya que los principales sospechosos de la desaparición investigada son agentes de las fuerzas bajo su responsabilidad.
A través de operaciones políticas con la complicidad de medios de comunicación y algunos comunicadores, se propicia la desinformación, la sospecha sobre las víctimas, el desarrollo de imbricadas teorías secesionistas y conspirativas con el solo objeto de ocultar la inacción del Estado en relación a lo sucedido. Entre tanto, seguimos preguntando: ¿dónde está Santiago Maldonado? Vivo se lo llevaron. Vivo lo queremos.
Su nombre tiene para nosostrxs una familiaridad que quisiéramos no tener.
El conocimiento masivo de su nombre y el juicio público sobre sus actos y valores, sus ideales y modo de vida es consecuencia de su “no estar”.
Santiago Maldonado fue visto por última vez en la ruta, acompañando el reclamo de la comunidad mapuche, en ocasión de un desalojo comandado por la Gendarmería Nacional, fuerza de seguridad federal dependiente del Estado Nacional. Esto no es una opinión. Es un hecho y al respecto debe responder el Estado.
El pueblo mapuche posee tierras comunitarias reconocidas por la Constitución Nacional que disputan las petroleras y los terratenientes patagónicos.
Al cumplirse un mes de esa desaparición que conmociona al país, se llevaron adelante marchas reclamando por su aparición con vida. Sin embargo, mientras se producía la desconcentración en la ciudad de Buenos Aires, se ordenaron y llevaron adelante acciones represivas y detenciones arbitrarias que, a la fecha, no pueden ser explicadas por las autoridades que las ordenaron. Quedó en evidencia, de este modo, la intención de cambiar el eje de lo que fue un acto contundente de protesta por un acto con incidentes aislados y “detenciones al boleo” que no admiten ninguna justificación.
En el mismo lapso en la ciudad de Córdoba se allanaron las sedes de partidos y organizaciones sociales firmantes de denuncias de violencia institucional y gatillo fácil, sin otra explicación que una orden judicial, sustrajeron pañuelos, bombos, pancartas, como elementos probatorios de no sabemos bien qué.
Lo que sí sabemos es que no son hechos aislados.
Lo que sí sabemos es que no se trata de cuestiones admisibles.
Lo que sí decimos es que no pueden seguir distrayendo porque hace 35 días que Santiago Maldonado no está, y su búsqueda no es partidaria, es humana.
Si no nos conmueve su ausencia, si no nos indigna, como dice Susan Sontag:“(…) nuestro fallo es de imaginación, de empatía: no hemos sido capaces de tener presente esa realidad”.
Es por ello que, desde nuestro espacio, no nos permitimos ni el silencio ni la pasividad, y no estamos dispuestos a tolerar que quienes tienen la obligación de velar por la seguridad e integridad física de lxs ciudadanxs, miren para otro lado y prometan “colaboración”, cuando deben explicar su accionar ya que los principales sospechosos de la desaparición investigada son agentes de las fuerzas bajo su responsabilidad.
A través de operaciones políticas con la complicidad de medios de comunicación y algunos comunicadores, se propicia la desinformación, la sospecha sobre las víctimas, el desarrollo de imbricadas teorías secesionistas y conspirativas con el solo objeto de ocultar la inacción del Estado en relación a lo sucedido. Entre tanto, seguimos preguntando: ¿dónde está Santiago Maldonado? Vivo se lo llevaron. Vivo lo queremos.
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